Flora

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El calentamiento global altera el crecimiento y provoca cambios en la productividad de muchas especies de flora.

Los cambios en los diferentes parámetros climáticos y el aumento de la concentración atmosférica de CO2, influyen en la fotosíntesis y tiene efectos sobre el crecimiento y desarrollo de toda la vegetación.

La respuesta de las plantas de montaña a las condiciones extremas puede llevarlas a situaciones críticas si estas condiciones se acentúan a causa del cambio climático y además  llegan nuevas especies más competitivas.
Paradójicamente, la menor cobertura de nieve provocada por el cambio climático reduce el efecto aislante durante el invierno, sometiendo a la flora de las cumbres a las temperaturas extremas. 

 

El cambio climático provoca cambios en el ciclo de vida de muchas plantas de alta montaña.

El cambio climático está provocando cambios en las distintas etapas de la vida de las plantas, como el adelanto de la aparición de los primeros brotes en primavera o la mayor duración del período de crecimiento.

 

La acción combinada del cambio climático y la actividad humana  es capaz de alterar la distribución, composición florística y diversidad de la vegetación en alta montaña.

Según estudios realizados en otras montañas, el efecto combinado del cambio climático y la acción del hombre está provocando cambios en la distribución de las distintas especies, alterando la composición característica de las comunidades de montaña, disminuyendo su diversidad y favoreciendo la aceleración del proceso termofilización.

Se ha detectado una tendencia general hacia un aumento del número de especies con necesidad de calor, en detrimento del número de especies con necesidad de condiciones más frías (fenómeno llamado termofilización)
En las zonas más elevadas, habitadas por especies especialistas y adaptadas al frío,  los cambios de distribución podrían llevar a su extinción local a causa de la desaparición progresiva de las condiciones adecuadas para su desarrollo.

 

La suma de los factores climáticos y antrópicos podría desencadenar cambios en la flora pirenaica, hasta el punto de poner en peligro su capacidad de proporcionar importantes bienes y servicios.

La alteración de la composición, ciclo de vida y distribución de la flora, en combinación con los cambios de usos del suelo y otros factores de estrés de origen humano, pueden generar alteraciones en los ecosistemas que pongan en riesgo servicios ecosistémicos clave como la preservación de especies y ecosistemas sensibles, el mantenimiento de la continuidad ecológica, los valores educativos y científicos de la flora típica de montaña o el atractivo turístico del territorio.

 

Recomendaciones:

  • Reconsiderar los objetivos de gestión en consideración a los nuevos desafíos climáticos, pero con la dificultad de la falta de certeza respecto a  los escenarios (precipitación en particular), desde una perspectiva pan-pirenaica
  • Reducir a escala local las presiones de origen humano que puedan limitar la capacidad de la biodiversidad a adaptarse al cambio climático y global (fragmentación de la ecosistemas, introducción de especies, contaminación genética…).
  • Reconocer y mejorar las funciones de los espacios protegidos pirenaicos y la continuidad entre ellos.
  • Preservar las zonas identificadas como «refugios» con especial atención a aquellas zonas donde se desarrollen poblaciones de especies raras o amenazadas, así como las zonas menos susceptibles de verse afectadas por el cambio climático.
  • Reforzar los dispositivos de monitoreo existentes (financiamiento a largo plazo) y poner en marcha otros nuevos (evolución de la diversidad genética).

 

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